Un árbol soy.
Todo me afecta:
los vientos,
tus pasos,
la lluvia.
Geliebte, si un día
la furia de Dios
arranca mis raíces,
incinera mis ramas
-como Notre Dame-
y seca mis hojas
con aires de mamba negra,
yo resistiré.
No existe mejor fertilizante
que las cenizas de un árbol muerto.
Mejor aun:
son bellas las flores
dentro de troncos caídos.